El verdadero amor
hacia los demás
sólo se descubre
en la soledad
He-recibido-este-mail:
"Todo lo que usted dice está muy bien, pero sigo sin comprender algunas cosas. Tengo 43 años y ya he pasado por cinco relaciones de pareja. Tengo cinco hijos de tres hombres diferentes. Y aunque busco y busco, sigo sintiéndome sola. Por muchas parejas que tenga, me siento sola. Y esa sensación de soledad me hace seguir buscando y buscando. No sé qué hacer" M.L.
Los animales son autónomos al nacer o al poco tiempo. Los seres humanos dependemos de otras personas durante bastantes años antes de alcanzar la autonomía.
Nacemos en grupo y vivimos en grupo, nos relacionamos con grupos y creamos grupos a nuestro alrededor.
Desde muy pequeños vivimos rodeados de otras personas. Es la multitud la que nos proporciona nuestra identidad.
Nuestro nombre no es más que una forma de ser reconocido por el grupo.
Nuestra profesión sólo tiene sentido si es aceptada por el grupo.
La educación, la cultura, las religiones, las leyes tienen como objetivo socializar al ser humano, hacerlo participar de las mismas ideas, de las mismas creencias, de la misma manera de ver el mundo.
Somos seres sociales, encadenados a normas creadas por la sociedad. Todos tratamos de adaptarnos y quien no lo consigue se queda al-margen-del-grupo. Creamos nuestra identidad en función del grupo.
Si eliminas al grupo, ¿qué queda de ti? ¿Quién eres sin el grupo?
Si eliminas al grupo te das cuenta de que no eres la religión que practicas, ni la raza a la que perteneces, ni la profesión que tienes para ganarte la vida, ni la familia en la que te has desarrollado, ni el país en el que has nacido.
Sin grupo pierdes la identidad, porque cuando la identidad está basada en aspectos exteriores a ti, al perder el grupo tu identidad desaparece. Sin grupo es como-si-estuvieras-muerto.
Pero tu identidad no es nada de lo anterior. Tu identidad no es tu religión, ni tu raza, ni tu apellido, ni tu país, ni tu profesión.
¿Quién-eres? Es duro tener que pensar en una pregunta clave: ¿Quién soy yo?
Confundimos personalidad con identidad.
La personalidad nos la da el grupo, la identidad sólo podemos conseguirla por nosotros mismos. Si el grupo desaparece, la personalidad se difumina. Pero si el grupo desaparece seguimos teniendo una identidad. Nacemos en una familia, en un barrio, en una ciudad, y estamos acostumbrados a vivir en grupo, a necesitar al grupo.
La soledad nos da miedo porque es algo desconocido para nosotros. El grupo nos da seguridad. La soledad nos produce terror, porque la soledad consiste en encontrarnos con nosotros mismos, sin el escudo del grupo, sin la protección que nos proporciona nuestra personalidad. En el grupo nos vemos reflejados a través de lo que el grupo decide que somos. En la soledad sólo podemos encontrarnos reflejados en nosotros mismos,-sin-artificios,-sin-caretas,-sin-embustes. La soledad es la ruta que te lleva a conocer tu verdadera identidad.
No es posible contestar a la pregunta "¿quién soy yo?" desde el grupo. Sólo es posible hacerlo desde la soledad. Únicamente podemos amar a los demás cuando "somos", cuando lo hacemos desde nuestra identidad, desde la soledad.
La búsqueda esencial del ser humano es la búsqueda de la soledad, la búsqueda de la identidad, poder contestar a la pregunta "¿quién soy yo?". Porque si no "eres", ¿cómo vas a amar a los demás? En la soledad se descubre al amor. Buscar la soledad significa ser consciente de ti mismo, mantenerte alerta, observar lo que ocurre en tu interior, abrir los ojos a lo que pasa con tu existencia. Aceptar la soledad, aunque vivas rodeado de miles de personas, es una de las experiencias más maravillosas que puede alcanzar el ser humano.
Tampoco confundas soledad con incomunicación.
La incomunicación es terrible, porque nos aísla de los demás, mientras que la soledad, que consiste en ponerte en comunicación con tu propia existencia, al permitir conocernos mejor a nosotros mismos, nos acerca a los demás. La incomunicación significa vacío, aislamiento, retraimiento. Por evitar el aislamiento los seres humanos somos capaces de cualquier cosa, porque necesitamos ser reconocidos por los demás.
Sin embargo, la soledad es vivir contigo mismo, conocerte, aceptarte. La soledad es alegría de vivir, de crecer, de avanzar.´
La incomunicación es negrura, es miedo, es inseguridad.
Hay que aprender a estar solo. El crecimiento personal está basado en aprender a estar solo. Por mucho que preguntes, por mucho que busques, sólo en tu interior vas a encontrar la respuesta a la pregunta básica: "¿quién soy yo?" . Aunque la pregunta es verbal, basada en el pensamiento, la respuesta sólo es posible encontrarla en lo profundo de la soledad, es decir, en el momento en que desaparecen los pensamientos y somos capaces de vivirnos a nosotros mismos de forma existencial.
En-la-soledad-no-hay-palabras,-hay-experiencia.
Pero todavía hay más. No es posible la libertad humana si no es consecuencia de la soledad. Dentro del grupo no hay ni rastro de libertad. Las leyes o las normas morales, que sirven para proteger al grupo, eliminan al mismo tiempo cualquier vestigio de libertad.
Los psiquiatras, los psicólogos, los trabajadores sociales, los educadores, trabajan para que nadie quede excluido, para que todos se adapten (esto es de manera teórica, porque en la realidad trabajan para el poder, como una manera de control social sobre los que son diferentes a la mayoría).
Sólo a través de la soledad, según Ricardo Ros puedes liberarte de las ataduras que supone vivir en grupo.
Ni tu familia, ni tu pareja, ni tus hijos, ni tus amigos, ni tus compañeros del Club pueden darte la libertad.
Porque la verdadera libertad sólo-aparece-cuando-te-quedas-solo.
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