La teoría del Iceberg y nuestras decisiones

A modo de ejemplo, pensad en la gran cantidad de veces que nos convencemos con una idea, y nos obcecamos por seguir el camino fácil. Esta opción sería aquella que apoye o favorezca a nuestra idea, ya no intentamos averiguar si estamos confundidos o equivocados, sino al contrario, sólo buscamos y defendemos información que apoye a nuestra hipótesis.
¿Por qué optamos por aquello que primero nos invade, o sea más acorde en ese momento y no intentamos comprobar que aquello a lo que optamos puede ser falso? ¿Por qué la mayoría de las veces no debatimos sobre los costes o beneficios? ¿No será porque tras tomar una decisión repentina salen a luz nuevos interrogantes y problemillas, que no habíamos tenido en cuenta hasta ahora? ¿Y que nosotros, los seres humanos, solemos funcionar con un programa de economía cognitiva, por el cual escogemos aquella información que menos esfuerzo nos provoque y esté relacionada con nuestra forma de ver la vida?
Por ejemplo, creemos que una situación ha sido creada por diferentes cuestiones, es decir, mi amiga me ha dicho tal cosa porque quiere ser como yo, porque me tiene envidia, porque no puede soportar que tenga suerte en la vida… Y en realidad, puede haber sido por otras muchas causas, pero estamos tan convencidos de eso que hemos creado, que ya cualquier comentario que se nos venga a la cabeza lo relacionaremos con nuestra hipótesis. Pensad, que la mayoría de las veces manejamos hipótesis y conclusiones en base a la información que tenemos, que no es ni por asomo la información total que existe. ¡Cautela en nuestras tomas de decisiones!
Por : Gema Sánchez Cuevas,
Revisado de Miriam Alberganti
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